jueves, 29 de diciembre de 2011

Nunca pensé que esto me iba a pasar a mí, siempre había evitado involucrarme demasiado en una relación, por el miedo a sufrir, o simplemente porque aun no había encontrado a esa persona.
Hasta que ocurrió, era un viaje de chicas, pero entre fiestas y risas, apareciste tú. Es cierto, fue una buena noche, lo pasamos bien. Pero siempre pensé que aquello se quedaría en el recuerdo, una anécdota más de tantas que tuvo el viaje. Nunca imaginé que volvería a ver a los chicos de aquel bar. Nunca imaginé que aquel chico, aquellos besos sin sentido, fueran a desmontar toda mi vida.
Pero así fue…después de este viaje vinieron muchos más, no había que planearlo mucho, cualquier excusa era buena para vernos, qué son 600 kilómetros cuando se trata de pasar unos días a gusto, escapar de la rutina.
Hasta que pasó. Siempre había pensado que era un juego pasajero, pero aquello cada vez iba a más. Ya no se trataba de hacer algo distinto, se trataba de estar contigo… Y me asusté, quise dar marcha atrás, pero ya era tarde. Necesitaba verte, saber de ti, hablar contigo.
Hoy solo quiero darte las gracias, Gracias por ser como eres, por tratarme como nunca nadie me había tratado, por hacer nacer en mí sentimientos que tenía escondidos, por llenar mi vida de momentos increíbles, y de recuerdos inolvidables, por dejarlo todo para vernos, por demostrarme que la distancia no se mide en kilómetros, y que los kilómetros no significan nada cuando hay ganas.
Me gustaría poder decirte que te quiero, que te necesito, que no paro de contar los días para volver a verte… pero no puedo. No me deja el miedo, miedo a que no sientas lo mismo, miedo a que ni yo misma se lo que quiero, a todo lo que tengo que renunciar para estar contigo, y sobre todo, miedo a que finalmente la distancia acabe imponiéndose y todo esto quede en un recuerdo, aquel amor de verano… que alfinal acavó siendo de invierno..